Hace aproximadamente 2 años, escribí una monografía del tipo "aviso a navegantes" que titulé
Someramente recordaré que alertaba en ella del exponencial crecimiento de las ventas online y del futuro (oscuro) que esperaba a la mayoría de los comercios físicos "de toda la vida".
La unidad de tiempo por la que nos regimos sigue siendo la misma en los últimos mil años y, sin embargo, deberíamos ir pensando en hacer algo al respecto: la velocidad del cambio tecnológico no se puede medir de la misma manera que medíamos antes los cambios. En un sólo año, los negocios dan vuelcos espectaculares. En diez, muchas de las grandes empresas "de siempre" han desaparecido..
Esta reflexión viene a cuenta de un artículo publicado en el boletín de la Wharton University sobre la prodigiosa, acelerada y amenazante evolución del gigante del e-commerce. Amazon.
Comienza por repasar el valor de sus acciones en bolsa: han crecido un 400% en los últimos 5 años. Probablemente, superen los 1.000 dólares USA antes de que acabe el verano. Naturalmente, esto sucede ahora que está claro que Amazon es una apuesta ganadora, después de ver tambalearse (incluso cerrar) a muchos grandes de la distribución. La relación de víctimas es ya muy larga, citaremos a unos pocos: Macy's, Guess, BCBG, Abercromby, Web Seal...
Unos ya cerraron, otros van cerrando locales y a otros les queda un corte de pelo...
Ahora mismo, el negocio de la distribución minorista está tiritando y tratar de competir con Amazon no está entre sus posibilidades. El problema es para la distribución, claro: los fabricantes pueden intentarlo con Amazon (¿canallada?, no, darwinismo económico: o comes o te comen).
Los factores competitivos que despliega Amazon ya los he repasado en la monografía pero, si hubiera que sintetizarlos en uno, yo diría que es el servicio al cliente, entendiendo como servicio todo esto: amplitud de la oferta (más de 90 millones de referencias), rapidez y precisión en el servicio de la compra, información de la experiencia de otros compradores, devoluciones sin pegas, historial de tu relación comercial con ellos, reconocimiento de tus preferencias, lista de deseos en abierto, si quieres, para que otros sepan por donde van tus gustos (y lo que cuestan). Y, bueno, con el advenimiento inminente de la IA (inteligencia artificial informática), vamos a flipar en colores!.
Otra cara fea de este cambio disrruptivo: el empleo. Amazon crea empleo, pero destruye mucho más que crea. No es su problema pero es el problema de todos. La IA también acabará liquidando empleo; la
economía colaborativa ya está en ello...
La siguiente oleada disrruptiva la va protagonizar el imperativo cambio de modelo social.
Todo esto viene a cuento de lo siguiente: hace tiempo que trato de establecer un modelo de prevención y aseguramiento de riesgos derivados del estadio tecnológico y del nivel de innovación de una empresa. Pues, sinceramente, no se por dónde tirar: la velocidad de los cambios, sobre todo los que tienen su campo de aplicación en entornos virtuales es tal, que un análisis exhaustivo hecho hoy puede ser papel mojado en 24 meses.
De ahí que haya comenzado este post abogando por nuevas unidades de tiempo para estos tiempos que corren (vuelan).
¿Acabaremos muriendo antes de nacer?.
Comercio electrónico: o comes o te comen (descargable en este blog).
Someramente recordaré que alertaba en ella del exponencial crecimiento de las ventas online y del futuro (oscuro) que esperaba a la mayoría de los comercios físicos "de toda la vida".
La unidad de tiempo por la que nos regimos sigue siendo la misma en los últimos mil años y, sin embargo, deberíamos ir pensando en hacer algo al respecto: la velocidad del cambio tecnológico no se puede medir de la misma manera que medíamos antes los cambios. En un sólo año, los negocios dan vuelcos espectaculares. En diez, muchas de las grandes empresas "de siempre" han desaparecido..
Esta reflexión viene a cuenta de un artículo publicado en el boletín de la Wharton University sobre la prodigiosa, acelerada y amenazante evolución del gigante del e-commerce. Amazon.
Comienza por repasar el valor de sus acciones en bolsa: han crecido un 400% en los últimos 5 años. Probablemente, superen los 1.000 dólares USA antes de que acabe el verano. Naturalmente, esto sucede ahora que está claro que Amazon es una apuesta ganadora, después de ver tambalearse (incluso cerrar) a muchos grandes de la distribución. La relación de víctimas es ya muy larga, citaremos a unos pocos: Macy's, Guess, BCBG, Abercromby, Web Seal...
Unos ya cerraron, otros van cerrando locales y a otros les queda un corte de pelo...
Ahora mismo, el negocio de la distribución minorista está tiritando y tratar de competir con Amazon no está entre sus posibilidades. El problema es para la distribución, claro: los fabricantes pueden intentarlo con Amazon (¿canallada?, no, darwinismo económico: o comes o te comen).
Los factores competitivos que despliega Amazon ya los he repasado en la monografía pero, si hubiera que sintetizarlos en uno, yo diría que es el servicio al cliente, entendiendo como servicio todo esto: amplitud de la oferta (más de 90 millones de referencias), rapidez y precisión en el servicio de la compra, información de la experiencia de otros compradores, devoluciones sin pegas, historial de tu relación comercial con ellos, reconocimiento de tus preferencias, lista de deseos en abierto, si quieres, para que otros sepan por donde van tus gustos (y lo que cuestan). Y, bueno, con el advenimiento inminente de la IA (inteligencia artificial informática), vamos a flipar en colores!.
Otra cara fea de este cambio disrruptivo: el empleo. Amazon crea empleo, pero destruye mucho más que crea. No es su problema pero es el problema de todos. La IA también acabará liquidando empleo; la
economía colaborativa ya está en ello...
La siguiente oleada disrruptiva la va protagonizar el imperativo cambio de modelo social.
Todo esto viene a cuento de lo siguiente: hace tiempo que trato de establecer un modelo de prevención y aseguramiento de riesgos derivados del estadio tecnológico y del nivel de innovación de una empresa. Pues, sinceramente, no se por dónde tirar: la velocidad de los cambios, sobre todo los que tienen su campo de aplicación en entornos virtuales es tal, que un análisis exhaustivo hecho hoy puede ser papel mojado en 24 meses.
De ahí que haya comenzado este post abogando por nuevas unidades de tiempo para estos tiempos que corren (vuelan).
¿Acabaremos muriendo antes de nacer?.
Jorge Luna